viernes, 15 de diciembre de 2006

LA MIRADA DE VERÓNICA LAKE


Verónica Lake es una actriz prácticamente olvidada, no sólo por el tiempo pasado desde que tuvo sus momentos de fama (años cuarenta), sino también porque, incluso entonces, su popularidad fue intensa, pero breve. Era una chica muy guapa, aunque, según parece, muy bajita, por lo que hizo una buena pareja profesional con otro pequeño gran actor: Alan Ladd. Su belleza se veía resaltada por una espectacular melena platino que le caía en cascada, en parte por su rostro, tapándole el ojo derecho cuando inclinaba su cabeza. Al parecer, ese peculiar peinado era imitado por las mujeres que trabajaban en la industria armamentística de la época, y, aunque resulte un tanto sorprendente, hizo que el Gobierno de EE.UU instara a esas trabajadoras para que dejaran de imitarlo, pues existía un gran riesgo de que la melena se enganchara en la maquinaria que manejaban con desagradables consecuencias. Este hecho perjudicó su carrera, lo que, unido a películas no demasiado afortunadas, la arrumbó al rincón de los perdedores, hasta que, al final, muchos desengaños y demasiado alcohol, acabaron marchitando su melena, ajando su rostro y apagando su negra mirada verde anegada de olvido.

Kim Basinger, en la película “L.A. Confidential”, se “disfrazó” de Verónica Lake, compitiendo con ella en belleza, y consiguió imitar su melena y su languidez, pero sólo eso.

No obstante, lo que más me gusta de Verónica Lake no es la proporción perfecta de sus rasgos, ni esa melena rubia que parece fluir desbocada sobre sus hombros y su cara, sino la oscuridad de la mirada de sus ojos posiblemente verdes, ese trasfondo de melancolía que se intuye en ellos, esas cicatrices que adivino la han esculpido. Como un extraño escritor escribió en un extraño libro que me fascina:

La belleza mejora a medida que se malgasta y eso, muchacho, a menudo ocurre cuando por cosas de la vida, por la malicia de un hombre o por la mala ginebra, cuando por una de esas cosas, amigo mío, miras a tu chica y descubres que su mirada es veinte años mayor que sus ojos”.

Ni que la hubiera conocido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaría si no es pedir demasiado... el título y el autor del libro, del que has extraido esos párrafos con los que terminas tu comentario. Estoy intrigada por conocerlo.... Gracias