lunes, 18 de diciembre de 2006

GENERACIÓN DE LOS CINCUENTA

La intelectualidad, en tanto que materia gris de la sociedad, siempre ha sido codiciada por los políticos, y por lo tanto ha sido objeto de divisiones sectarias. De ahí que una persona poco informada podría pensar que la cultura es monopolio de una determinada ideología o que durante los Gobiernos de Franco en España no hubo una producción cultural reseñable, reduciéndose todo a la música folclórica andaluza, y a los escritores ampulosos y un poco pedantes, tipo Pemán. Sin embargo, yo creo que no es así, más bien al contrario y basta repasar algunos nombres conocidos por todos. Podríamos recordar a figuras de la cultura nacional que destacaron en aquellos años (obviamente algunos también desde antes o aún después) en los distintos ámbitos, como por ejemplo en la música (Falla), en la filosofía (Ortega), en la pintura (Dalí o Miró) o en la literatura (Unamuno, Baroja, Azorín, Torrente Ballester, ....), o que integraron lo que podríamos calificar en general como intelectualidad de una Nación (Marañón, Laín Entralgo,...). Pero hay otros autores que quizá hayan gozado de menos fama y fortuna, pero que merecerían un puesto más destacado. Estoy hablando de la "Generación de los Cincuenta", por ejemplo, representantes del “realismo social español”, autores que, al narrar lo cotidiano, a veces las miserias del hombre medio, lo dignificaban, demostrando que la cultura no tiene por qué ocuparse sólo de lo sublime. Entre ellos estaba un autor, Ignacio Aldecoa, cuyos cuentos siempre me han entusiasmado, admirando su dominio del lenguaje y la precisión de su escritura. Como de él dijo otra representante de esa Generación, Ana María Matute: “A través de los días y de los años, en alguna parte, habrá un hombre que, leyéndole, sienta dignificada su soledad o su miseria”. Por cierto, Ana María Matute ganó el Planeta por aquella época, en la que todavía lo ganaban los escritores y no El Corte Inglés.

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