viernes, 29 de diciembre de 2006

EL CHAMPÁN

Salvo en esta época del año, en que todo nos permitimos, o con ocasión de grandes celebraciones, es considerado un lujo poco alcanzable por la mayoría el tomar champán, y, en coherencia, sólo lo consideramos oportuno con ocasión de determinados eventos. Beber champán a menudo se asocia con el lujo. Y eso me ha recordado una frase de Óscar Wilde, ese escritor tan ingenioso, al que se le atribuyen multitud de declaraciones de agudo e inteligente sentido del humor, cuya autoría, tal vez, no siempre le corresponda. Le pasa como a otros muchos, por ejemplo Chesterton, o Schopenhauer, a los que he citado en otros de los apartados de este blog, y de los cuales siempre se puede aprovechar alguna reflexión o frase lapidaria con la que adornar un texto o una conversación. Pues, a lo que iba: cuentan que Wilde, cuando estaba en su lecho de muerte, pidió una botella de champán y al entregársela, declaró: “Estoy muriendo por encima de mis posibilidades”. Mala cosa es morir, pero parece menos grave y lúgubre si se hace con esa elegancia, con ese buen gusto y, sobre todo, con ese sentido del humor.

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