viernes, 29 de diciembre de 2006

EL CHAMPÁN

Salvo en esta época del año, en que todo nos permitimos, o con ocasión de grandes celebraciones, es considerado un lujo poco alcanzable por la mayoría el tomar champán, y, en coherencia, sólo lo consideramos oportuno con ocasión de determinados eventos. Beber champán a menudo se asocia con el lujo. Y eso me ha recordado una frase de Óscar Wilde, ese escritor tan ingenioso, al que se le atribuyen multitud de declaraciones de agudo e inteligente sentido del humor, cuya autoría, tal vez, no siempre le corresponda. Le pasa como a otros muchos, por ejemplo Chesterton, o Schopenhauer, a los que he citado en otros de los apartados de este blog, y de los cuales siempre se puede aprovechar alguna reflexión o frase lapidaria con la que adornar un texto o una conversación. Pues, a lo que iba: cuentan que Wilde, cuando estaba en su lecho de muerte, pidió una botella de champán y al entregársela, declaró: “Estoy muriendo por encima de mis posibilidades”. Mala cosa es morir, pero parece menos grave y lúgubre si se hace con esa elegancia, con ese buen gusto y, sobre todo, con ese sentido del humor.

jueves, 28 de diciembre de 2006

LA MEDIOCRIDAD

Decía Chesterton que la mediocridad consiste, posiblemente, en estar delante de la grandeza y no darse cuenta. En estos tiempos que vivimos la mediocridad lo invade casi todo: la televisión, el arte, la política, ... Y lo peor, a mi juicio, no es que los mediocres no vean la grandeza, sino que, ignorantes de su mediocridad, actúen como si estuvieran en posesión de la excelencia. Basta con abrir los periódicos cada mañana para comprobar que así sucede.

miércoles, 27 de diciembre de 2006

LOS TÍTULOS

Titular puede llegar a ser un arte. Me refiero a idear y escoger un título para una canción, para una noticia, para un libro. A veces, el propio título es mejor que el contenido. Me encantan en particular los títulos de los relatos y de algunos de los libros de Javier Marías. Son frases inconclusas que, por eso mismo, te invitan, casi te obligan, a completarlas. Así, “Mientras ellas duermen”, “Cuando fui mortal”, “Corazón tan blanco”, “Mañana en la batalla piensa en mí”, “Serán nostalgias”, “Negra espalda del tiempo”, "Tu rostro mañana"... Algunas fueron entresacadas de alguna otra obra, especialmente de alguna de Shakespeare. Pero el acierto radica no en la frase en sí misma, sino en su elección, en su aislamiento del resto del texto, que, lejos de privarla de sentido, se lo otorga multiplicado por infinito. En ocasiones la clave está en la mutilación, y el enunciado así lisiado insinúa, apunta, pero no dice. Es capaz de sugerir mucho más de lo que la frase completa llegaría a expresar. De hecho, con la simple lectura del título, uno puede hacerse su propio relato, y quedarse en eso, sin adentrarse en la historia que el autor nos cuenta tras esa sugestiva presentación. Por cierto, si me he de juzgar por este blog, desde luego debo concluir que el arte de titular no me ha sido concedido.

martes, 26 de diciembre de 2006

LAS CARTAS

Ahora prácticamente nadie escribe cartas (salvo los Bancos, pero éstos no cuentan), porque han sido sustituidas por los correos electrónicos, aunque incluso antes del furor de internet ya estaban en desuso como forma de comunicarse, tal vez porque el teléfono las había relegado, al ser un medio mucho más inmediato y sencillo. Las cartas exigen el esfuerzo de adquirir el papel y el sobre, de escribirlas, de comprar el sello (su importe siempre cambiante), de buscar un buzón. Son muchos, pues, los inconvenientes para el remitente. Sin embargo, el destinatario de las cartas (salvo el de las de los Bancos, que son otra cosa) suele alegrarse al recibirlas. A todos nos hace ilusión abrir el sobre, contemplar el sello y el matasellos, comprobar el remitente, y, una vez con su contenido en la mano, leer esos párrafos que alguien se ha molestado en escribirnos. Hay cartas de amor (en todas sus variantes), de despedida, de anuncio, de confesiones y de silencios. Y hay cartas que nunca llegan a su destino, se detienen en el camino, silenciando las palabras que alguien les confió, que ya nunca serán leídas por aquél o aquélla a la que iban destinadas, quien tampoco les podrá dar respuesta. Y, así, con su extravío, tal vez hayan malogrado una declaración de amor o una súplica de perdón o una sangrante despedida, que ya para siempre, en quién sabe dónde, se marchitarán amarilleando el papel que las portaba.

jueves, 21 de diciembre de 2006

SORPRESAS


Bob Hope no fue un cómico que me resultara gracioso, aunque, en realidad, tampoco le he visto actuar muchas veces. Creo que nuestro sentido del humor, es decir, el de las generaciones siguientes a la suya, y el de los que no somos estadounidenses, no es apto para apreciar su comicidad. Sin embargo, como les ocurre a muchas novelas y a bastantes películas, una historia mediocre puede verse realzada con un desenlace ingenioso. Y, efectivamente, algo así se podría decir de él, pues cuando estaba en las últimas hizo su mejor chiste. En los momentos finales le preguntaron sus allegados si, cuando muriera, prefería que le enterraran o que le incineraran. Y él les contestó: “Sorprendedme”.


miércoles, 20 de diciembre de 2006

EL PRESENTE

Creo que era Shakespeare el que decía que el pasado es prólogo. También se dice que hoy empieza el resto de la vida. O que deberíamos vivir como si no hubiera mañana. Son variantes, en realidad, de una misma idea. Al final, la conclusión es que debemos disfrutar el presente, saborearlo, y no vivir ni en lo que ya pasó ni en lo que quizá venga. El futuro es incierto, contingente, y aunque en cierta forma se ve condicionado por el pasado y el presente (pocas cosas de las que hemos hecho o de las que hoy hacemos son inocuas), no todo está predestinado. Vivamos intensamente, con avaricia de hambriento, de tal forma que, cuando llegue el fin, nos sorprenda, que no nos encuentre en la sala de espera. Sólo la pasión, el fuego, nos da calor y sin calor no hay vida. Que el frío no nos alcance, ni siquiera en diciembre.

martes, 19 de diciembre de 2006

POETAS OLVIDADOS

Hay un escritor que, por cuestiones políticas, ha sido silenciado, igual que otros con menos merecimientos, al menos a mi juicio, han sido resaltados, cantados, reivindicados, con el (casi) único mérito de haber tenido la ideología políticamente correcta. El condenado al ostracismo se llamaba Dionisio Ridruejo, y hoy, humildemente, quiero rendirle un homenaje, transcribiendo un poema suyo que me parece realmente bonito. Le cedo este pequeño rincón de ninguna parte, antes de llegar al último borde del olvido.

Y resbaló el amor estremecido
por las mudas orillas de tu ausencia.
La noche se hizo cuerpo de tu esencia
y el campo abierto se plegó vencido.
Un ayer de tus labios en mi oído,
una huella sonora, una cadencia,
hizo flor de latidos tu presencia
en el último borde del olvido.
Viniste sobre un aire de amapolas.
Como suspiros estallando rojos,
bajo el ardor de las estrellas plenas,
los labios avanzaron como olas.
Y sumiso en el sueño de tus ojos
murió el dolor en las floridas venas.

(Memoria. Dionisio Ridruejo).

lunes, 18 de diciembre de 2006

GENERACIÓN DE LOS CINCUENTA

La intelectualidad, en tanto que materia gris de la sociedad, siempre ha sido codiciada por los políticos, y por lo tanto ha sido objeto de divisiones sectarias. De ahí que una persona poco informada podría pensar que la cultura es monopolio de una determinada ideología o que durante los Gobiernos de Franco en España no hubo una producción cultural reseñable, reduciéndose todo a la música folclórica andaluza, y a los escritores ampulosos y un poco pedantes, tipo Pemán. Sin embargo, yo creo que no es así, más bien al contrario y basta repasar algunos nombres conocidos por todos. Podríamos recordar a figuras de la cultura nacional que destacaron en aquellos años (obviamente algunos también desde antes o aún después) en los distintos ámbitos, como por ejemplo en la música (Falla), en la filosofía (Ortega), en la pintura (Dalí o Miró) o en la literatura (Unamuno, Baroja, Azorín, Torrente Ballester, ....), o que integraron lo que podríamos calificar en general como intelectualidad de una Nación (Marañón, Laín Entralgo,...). Pero hay otros autores que quizá hayan gozado de menos fama y fortuna, pero que merecerían un puesto más destacado. Estoy hablando de la "Generación de los Cincuenta", por ejemplo, representantes del “realismo social español”, autores que, al narrar lo cotidiano, a veces las miserias del hombre medio, lo dignificaban, demostrando que la cultura no tiene por qué ocuparse sólo de lo sublime. Entre ellos estaba un autor, Ignacio Aldecoa, cuyos cuentos siempre me han entusiasmado, admirando su dominio del lenguaje y la precisión de su escritura. Como de él dijo otra representante de esa Generación, Ana María Matute: “A través de los días y de los años, en alguna parte, habrá un hombre que, leyéndole, sienta dignificada su soledad o su miseria”. Por cierto, Ana María Matute ganó el Planeta por aquella época, en la que todavía lo ganaban los escritores y no El Corte Inglés.

domingo, 17 de diciembre de 2006

LA MOVIDA

Me da la impresión de que estamos viviendo una cierta reivindicación de la “movida” madrileña de los años ochenta como movimiento cultural de calado. De hecho, algún “insigne” representante de ella recibe premios internacionales de cine y parece que es serio candidato a los “Óscar”; otros hacen anuncios para la televisión, y hasta se ha montado una especie de exposición retrospectiva en Madrid. A mí me parece que la movida tuvo mucho alcohol, bastantes drogas y muy poca cultura. Destacaría únicamente a un Antonio Vega que si las drogas y otras destructoras pasiones no se lo hubieran impedido, seguramente habría sido un poeta notable. Si desligáramos la cultura de la política, se nos caerían muchos ídolos de barro, y descubriríamos que los verdaderos intelectuales no salen en la tele sobre alfombras rojas, ni en entrevistas de la “2”. Desde luego, si entendemos la cultura como “Resultado y efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre”, no creo que tenga cabida McNamara (¿se escribe así?). Y simultáneamente, en el cincuentenario de su muerte, los políticos que gobiernan en la comunidad autónoma vasca se niegan a homenajear a su paisano Pío Baroja, uno de los mejores escritores que ha dado España, porque no era de los suyos. McNamara (qué más da cómo se escribe) en una exposición y Pío Baroja en el olvido. Cosas veredes.

sábado, 16 de diciembre de 2006

RECUERDOS

Una de las definiciones que el diccionario de la R.A.E. dedica a la palabra “recordar” es “Despertar el que está dormido”, si bien aclara que tal uso es propio sólo de algunos países hispanoamericanos. Me parece muy acertada esa definición, porque recordar consiste, en muchas ocasiones, precisamente en eso, en despertar algo que se encuentra en estado de hibernación en nuestro interior. Los recuerdos tienen una capacidad extraordinaria de alterarnos, sean positivos o negativos, y nos pueden alegrar o entristecer, aunque yo creo que más a menudo esto último. La vida va archivándose en recuerdos, y la mayoría de las veces no somos conscientes de que ese momento en concreto lo vamos a recordar, y al revés, en ocasiones lo que creemos más digno de memoria, se olvida con celeridad. Aunque no siempre lo que se recuerda son hechos, o nombres, o lugares, o personas. A menudo lo que queda impresionado en el negativo de nuestra memoria es un olor, un sonido, una canción o una voz, que nuestro cerebro, caprichoso, relaciona entre sí, y una canción, por ejemplo, consigue evocar una voz, un lugar, un perfume, ... y van llegando todos seguidos, unos tras otros, como sacaríamos las cerezas de un cesto. Otras veces los recuerdos nos mienten, y tratan de confundirnos, o nos abruman y aturden, o recuperan penas pasadas que vuelven a entristecernos. Deberían poder construirse, como una casa, para refugiarnos en ellos cuando el presente sea cruel y nos trate de agredir, y, al revés, poder destruir los que nos perjudican, olvidándolos. Pero, eso, olvidar, es harina de otro costal. Qué difícil es seguir el ejemplo del poeta, y prenderle fuego a todo aquel pasado que nos gustaría poder acallar:
Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?
(“Momentos felices”. Gabriel Celaya).

viernes, 15 de diciembre de 2006

LA MIRADA DE VERÓNICA LAKE


Verónica Lake es una actriz prácticamente olvidada, no sólo por el tiempo pasado desde que tuvo sus momentos de fama (años cuarenta), sino también porque, incluso entonces, su popularidad fue intensa, pero breve. Era una chica muy guapa, aunque, según parece, muy bajita, por lo que hizo una buena pareja profesional con otro pequeño gran actor: Alan Ladd. Su belleza se veía resaltada por una espectacular melena platino que le caía en cascada, en parte por su rostro, tapándole el ojo derecho cuando inclinaba su cabeza. Al parecer, ese peculiar peinado era imitado por las mujeres que trabajaban en la industria armamentística de la época, y, aunque resulte un tanto sorprendente, hizo que el Gobierno de EE.UU instara a esas trabajadoras para que dejaran de imitarlo, pues existía un gran riesgo de que la melena se enganchara en la maquinaria que manejaban con desagradables consecuencias. Este hecho perjudicó su carrera, lo que, unido a películas no demasiado afortunadas, la arrumbó al rincón de los perdedores, hasta que, al final, muchos desengaños y demasiado alcohol, acabaron marchitando su melena, ajando su rostro y apagando su negra mirada verde anegada de olvido.

Kim Basinger, en la película “L.A. Confidential”, se “disfrazó” de Verónica Lake, compitiendo con ella en belleza, y consiguió imitar su melena y su languidez, pero sólo eso.

No obstante, lo que más me gusta de Verónica Lake no es la proporción perfecta de sus rasgos, ni esa melena rubia que parece fluir desbocada sobre sus hombros y su cara, sino la oscuridad de la mirada de sus ojos posiblemente verdes, ese trasfondo de melancolía que se intuye en ellos, esas cicatrices que adivino la han esculpido. Como un extraño escritor escribió en un extraño libro que me fascina:

La belleza mejora a medida que se malgasta y eso, muchacho, a menudo ocurre cuando por cosas de la vida, por la malicia de un hombre o por la mala ginebra, cuando por una de esas cosas, amigo mío, miras a tu chica y descubres que su mirada es veinte años mayor que sus ojos”.

Ni que la hubiera conocido.

jueves, 14 de diciembre de 2006

LOS TÓPICOS

Los poetas no siempre son gente bohemia, extravagante, asocial, de pelo largo y cartera menguada. A veces llevan traje, corbata, el peinado recatado y cenan caliente cada noche. Es más, en ocasiones incluso desempeñan labores tan prosaicas como la de Secretario de Estado. Ése fue el caso de Luis Alberto de Cuenca, que ocupó tal cargo en el Ministerio de Cultura en uno de los Gobiernos de Aznar. Yo lo vi una vez en televisión y, aunque es cierto que no respondía a la imagen tópica del funcionario gris y algo casposo, que pasa su vida enterrado entre expedientes y reales decretos, viste trajes impersonales y corbatas de El Corte Inglés, tampoco daba la impresión de pasar sus noches rodeado de musas y botellas de güisqui. Vale, pensé, será poeta, sí, pero seguro que tiene un estilo gongorino, anticuado, y escribirá sobre los montes y los valles, el mar y el otoño. Pero tampoco. Resulta que escribe poemas frescos, divertidos, bien construidos y no exentos de ironía. Me gusta su forma de encontrar poesía en lo más cotidiano. Ahí va un ejemplo:

Me gustas cuando dices tonterías,

cuando metes la pata, cuando mientes,

cuando te vas de compras con tu madre

y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

y me cubres de besos y de tartas,

o cuando eres feliz y se te nota,

o cuando eres genial con una frase

que lo resume todo, o cuando ríes

(tu risa es una ducha en el infierno),

o cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

no puedo resistir lo que me gustas,

cuando, llena de vida, te despiertas

y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

miércoles, 13 de diciembre de 2006

LA LUNA

Me gusta la forma que tiene la luna de agujerear la noche, cuando es llena, o de rasgarla y hacerle un siete, cuando es creciente o menguante. Es como un acto de rebeldía contra tanta oscuridad. No me gusta nueva, sin embargo, porque parece que se esconde, que se avergüenza de su lozanía cuando llena. Porque deja de ser.
No sé, a lo mejor simplemente se retira a mirar al otro lado, el que nunca vemos porque nos lo tapa. Dicen que el hombre ha estado sólo una vez en ella, aunque los hay que no se lo creen. Sin embargo, yo sé que es cierto, no es tan difícil, porque en más de una ocasión he dado una vuelta por allí; por ejemplo, el otro día, mientras rellenaba con palabras el silencio de mi bloc.

martes, 12 de diciembre de 2006

LA LIBERTAD

Creo que es difícil entender la Libertad (así, con mayúscula, la general, la que abarca o pretende abarcar a todos), sin la individual. Quiero decir que de nada sirve una Libertad general si se carece de la personal. Hay muchas formas de perder esta última: por ejemplo, la malogran los que tienen miedo, los que nunca se conforman, los que envidian, los adictos a lo que sea, .... Sin embargo, no siempre lo que nos ata es negativo. A veces nos vemos subyugados por sentimientos positivos, que nos coartan, como el amor. Esto mismo debía pensar quien una vez escribió “Ambos sabemos, cariño, que las palomas no llegarían lejos si volasen abrazadas”. Pero, bueno, quizá en ese caso lo que se hace no es perder la libertad, sino entregarla conscientemente. Lo malo es que, más adelante, cuando quieres que te sea devuelva, es probable que ya la hayas perdido, que te la hayan usurpado y no te la quieran devolver, y te la malgasten por ahí. Algo así como dejar un libro y querer recuperarlo. Por cierto, “libro” y “libre” sólo se diferencian en una letra. Ya ves tú.

lunes, 11 de diciembre de 2006

LAS TORRES "KIO"

Decía Schopenhauer, ese filósofo que casi nadie ha leído (yo tampoco), pero que es muy citado (hasta el punto de que creo que se dedicó realmente a eso, a hacer citas), una frase que me gusta: “La arquitectura es música congelada”. Esta mañana pasaba al lado de las torres "KIO", que me siguen sorprendiendo por su verticalidad sumisa, su desafío a la gravedad, su ruptura de lo convencional, y recordaba esa frase. No me resulta difícil imaginar qué música sonaría en una construcción románica si se descongelara (canto gregoriano, ¿no?), y se me antoja que esos edificios modernistas de la Gran Vía madrileña sonarían a jazz. Pero las torres "KIO", ¿a qué sonarían? Es complicado saberlo. Puede ser que se oyera la voz de Rod Stewart cantando alguna de sus canciones de rock elegante. No sé.

domingo, 10 de diciembre de 2006

LA SOLEDAD

El otro día veía un reportaje en la televisión acerca de la soledad que sufren muchos ancianos, y las medidas sociales adoptadas para tratar de paliar ese problema. Es difícil que un programa de televisión pueda reflejar la profundidad de la cuestión y, además, las personas mayores, que fueron educadas de una forma distinta a la nuestra, son generalmente demasiado amables y tienen suficiente pudor como para expresar la profunda tristeza que les provoca esa situación de abandono, lo que nos obliga a adivinarlo en sus miradas apagadas y en su sonrisa triste. O quizá sea resignación. En cualquier caso, me ha hecho pensar acerca del egoísmo y el materialismo que nos inunda. Cada vez más esta sociedad se parece a un niño malcriado, caprichoso, que abandona sus juguetes rotos o, a veces, sin tan siquiera esperar a que se rompan, y, borracha de hedonismo, sólo valora lo que le da satisfacciones inmediatas y, las más de las veces, efímeras. Al final casi todos serán (espero que “seremos”) viejos, y tal vez lleguemos a ese punto del camino solos, padeciendo entonces en nuestra propia existencia este mal que ahora consentimos. Y no falta tanto para llegar a esa meta. Recordemos lo que escribió Benedetti:

Todavía tengo casi todos mis dientes,
casi todos mis cabellos y poquísimas canas.
Puedo hacer y deshacer el amor,
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus;
o sea, que no debería sentirme viejo;
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles”.

viernes, 8 de diciembre de 2006

LA NAVIDAD

Estas fechas que se avecinan con paso amenazante para algunos, ilusionante para otros, cada vez se desvirtúan más, ¿verdad? La Navidad es un momento cargado de sentido religioso, origen y justificación de la Fiesta, pero ya son más los que se olvidan de ese aspecto, y se quedan con el oropel, con la apariencia, con el brillo de unas luces que cuanto más luminosas, menos iluminan, porque acaban viendo el dedo que señala y no lo señalado. La Navidad se celebra por creyentes y aquéllos que no lo son, y no necesariamente los primeros lo hacen con más entusiasmo. No está mal que aprovechemos cualquier oportunidad para ser felices, y la Navidad puede serlo para los creyentes porque supone la conmemoración del origen de la Redención, la llegada de la Luz (esta sí que ilumina) a nuestro mundo tan oscuro; pero también puede serlo para los no creyentes, pues no deja de ser una excusa para que las familias se unan, se hagan patentes en forma de regalos las muestras del cariño que nos tenemos y permiten tomar unos días de vacaciones. Todo eso está muy bien, no es censurable en absoluto. Pero seamos sensatos, no nos dejemos arrastrar por la publicidad y los constantes, insistentes y poderosos reclamos consumistas. Los únicos que son más felices cuanto más se gasta son los comercios. La felicidad a veces se esconde detrás de lo más pequeño. En ocasiones, lo que no se ve, es lo que más se mira.

jueves, 7 de diciembre de 2006

ACABO DE NACER

Acabo de nacer. Sí, así es. Apenas tengo unos minutos de vida, de esta existencia virtual y como irreal. Soy un pez más atrapado en esta red de redes. Mi primer blog. Y no son las doce y cuarto. Todavía.